Buenos Aires, Enero 4 de 2005
Por las altas temperaturas
Prevención de Golpe de Calor
y quemaduras por exposición al Sol
Debido a las altas temperaturas en la época estival,
la Secretaría de Salud del Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires propone la adopción de una serie
de medidas para prevenir el golpe de calor y las quemaduras
por exposición a los rayos solares.
El golpe de calor puede afectar a personas de cualquier
edad, en especial a los niños -que no manifiestan
sus síntomas con facilidad- y existen dos aspectos
importantes a los que se debe prestar atención: la
hidratación y la nutrición.
Los principales síntomas son: dolor de cabeza, vértigos
y náuseas, confusión, convulsiones y pérdida
de conciencia; piel enrojecida, caliente y seca; respiración
y pulso débil, y elevada temperatura corporal, entre
41 y 42 grados centígrados.
Ante la aparición de los síntomas se debe
trasladar al afectado a la sombra, a un lugar fresco y tranquilo;
hacer que mantenga la cabeza un poco alta, intentar refrescarlo
mojándole la ropa, aplicarle hielo en la cabeza,
darle de beber agua fresca o un poco salada. Y solicitar
ayuda médica.
Las medidas preventivas son: aumentar el consumo
de líquidos sin esperar a tener sed para mantener
una hidratación adecuada, evitando las bebidas alcohólicas
o muy azucaradas; evitar comidas muy abundantes; ingerir
verduras y frutas; no exponerse al sol en exceso ni en horas
centrales del día; reducir la actividad física;
usar ropa ligera, holgada, de colores claros, sombrero,
anteojos oscuros y protectores solares para la piel, y permanecer
en espacios ventilados o acondicionados.
Dado que no existe un tratamiento farmacológico efectivo
contra el golpe de calor, siguen vigentes la prevención
y el enfriamiento por distintos métodos.
El tratamiento apunta a aumentar la hidratación y
reducir la temperatura en el plazo de una hora, ya que cuando
el tratamiento se retrasa más de cuatro horas o no
ha sido eficaz de inmediato suele originarse shock y edema
pulmonar, ataxia cerebral, insuficiencia renal y hepática
y lesión cardíaca.
Respecto de las quemaduras debidas a la exposición
a los rayos de Sol, los posibles daños varían
de acuerdo con los horarios, la latitud, integridad de la
capa de ozono que filtra la radiación y a ciertos
factores de riesgo personales, como color de piel blanca,
pecosa, que enrojese fácilmente sin broncearse, el
color de cabello y de ojos claros.
También inciden los antecedentes personales o familiares
de cáncer de piel o melanoma; presencia de gran número
de lunares, algunos congénitos y otros adquiridos
a partir de la adolescencia con características atípicas
o "raras".
La protección se potencia por evitar la exposición
solar entre las 10 y las 16 horas; el refugio a la sombra
y la exposición progresiva; cubrirse con ropas y
usar cremas pantalla solar con factor de protección
15 o más, renovada periódicamente ante el
contacto con agua o transpiración. Los productos
autobronceantes no dañan pero tampoco protegen.
Es recomendable un control por el dermatólogo cada
año y cada tres o seis meses si hubiera antecedentes
de cáncer de piel o el médico lo indicase.
El examen debe incluir toda la superficie cutánea
(cuero cabelludo, plantas, ombligo, genitales) y extirpar
lunares que no puedan examinarse, los que cambien o fueran
sospechosos. Las fotografías ayudan a identificar
cambios o las lesiones nuevas, tal como los exámenes
con dermatoscopio.
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