Glosario
Americano:
Café en jarrito más liviano que
el pequeño.
Cortado:
Café con un poquito de leche.
Lágrima:
Leche manchada con una gotita de café.
Paga
Dios:
Irse del lugar sin pagar la cuenta. Está
penado por la ley.
Picada:
Platitos con ingredientes variados. En general
se sirven aceitunas, quesito,
salame, papitas fritas, maní. Se acompañan
con cerveza o vermouth.
Submarino:
Leche chocolatada. Se sirve con leche bien caliente
y una barra de chocolate.
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Bares Notables
Entre los más antiguos se encuentran
el Tortoni y 36 Billares, en Avenida de Mayo; La Giralda y La
Paz, en Corrientes; el Británico en el Parque Lezama;
Las Violetas, en Medrano y Rivadavia; La Biela en Recoleta y
La Academia, en Callao y Corrientes.
Algunos bares pasaron a formar parte
oficialmente del patrimonio cultural de la Ciudad.
Se consideran notables a aquellos bares, billares o confiterías
relacionados con hechos o actividades culturales de significación;
aquellos cuya antigüedad, diseño arquitectónico
o relevancia local, le otorgan un valor propio.
El bar de los notables: Quinquela Martín,
Juan de Dios Filiberto, Alfonsina Storni, Carlos Gardel, Federico
García Lorca, Luigi Pirandello, Nalé Roxlo y Xul
Solar fueron algunos de los asiduos concurrentes del Café
Tortoni en Avenida de Mayo 825/29.

Bar Británico
Dirección: Brasil y Defensa
Este café tradicional se encuentra justo frente al Parque
Lezama, en San Telmo.
Se dice que en la década de 1920 funcionaba allí
una pulpería llamada "La
Cosechera" que luego habría mudado en café.
El Británico fue refugio de
pintores y artistas; en uno de sus reservados, Ernesto Sábato
ideó su novela
Sobre héroes y tumbas. Durante la Guerra de Malvinas,
que enfrentó a la
Argentina con el Reino Unido en 1982, el bar pasó a llamarse
Tánico. Estuvo
cerrado un tiempo, pero ha reabierto recientemente; los dueños
ya no son los
tres gallegos de siempre pero el espíritu se conserva.
Café Tortoni
Dirección: Av. de Mayo 825
Es el café más antiguo de la ciudad. Fue fundado
en 1858, y se mudó a su
ubicación actual en 1880. Famoso por sus tertulias literarias
y artísticas tanto
como por su leche merengada, por él pasaron Federico
García Lorca, Jorge Luis
Borges, Benito Quinquela Martín, Alfonsina Storni, Raúl
González Tuñón y hasta
Carlos Gardel, entre muchísimos otros. La Academia Nacional
del Tango
funciona actualmente en su primer piso, y en su bodega se siguen
realizando
recitales y encuentros de poesía.
El Banderín
Dirección: Guardia Vieja 3601
En pleno barrio del Abasto, a tres cuadras del antiguo mercado
de frutas,
convertido en shopping, este pequeño café de espíritu
masculino es un templo
de adoración al fútbol. Está empapelado
con más de 400 banderines de equipos
de todo el mundo y fotos de futbolistas. Lo que se ofrece es
sencillo: café,
buenos sándwiches y picadas, vermouth, cerveza y el mejor
ambiente para ver
un partido de River Plate, el equipo de los amores del patrón.
10 Bares Imperdibles
El Federal
Perú y Carlos Calvo
El edificio fue construido en 1864 en el corazón de San
Telmo. Primero fue
pulpería, luego almacén y despacho de bebidas,
tal como recuerda la barra
de madera, de más de un siglo. Hoy sirve las mejores
picadas del barrio.
Conserva su estilo italiano en los vitrales y las maderas curvas,
y la
vieja caja registradora habla de su pasado. Los fines de semana
suele
haber espectáculos musicales.
El Gato Negro
Dirección: Corrientes 1669
Durante muchos años, El Gato Negro fue la mejor casa
de venta de especias de
la ciudad. Fue fundado como tal en 1926, bajo el nombre de La
Martinica, en un
local contiguo; al año la empresa se mudó al local
actual y fue rebautizado en
honor a un menú del vagón comedor del Orient Express.
Allí se venden más de
400 especias prácticamente inhallables. A fines del siglo
XX se abrió
el café y el salón comedor, en el primer piso.
Los tés especiados y los cafés de todas partes
del mundo son la especialidad de la casa.
La Biela
Dirección: Quintana 600
Es el café más grande y más antiguo de
la Recoleta, el barrio más distinguido
de Buenos Aires. Se encuenta casi enfrente de la entrada del
cementerio. Su
historia se remonta un siglo y medio, pero su nombre actual
fue dado por un
grupo de amantes de los automóviles que a principios
del siglo XX fundieron la
biela de su coche justo en esa esquina. Fue favorito de escritores
como Jorge
Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Hoy su centenar de mesas
está siempre
lleno, especialmente las de la vereda, amparadas por la sombra
de un histórico
ombú.
La Giralda
Dirección: Corrientes 1453
Más que un café, es un lechería. La especialidad
de la casa es su famoso
chocolate con churros, pero también su ambiente bohemio
e intelectual y su
ambientación sencilla, intacta desde la década
de 1970. Las estrechas mesas de
mármol favorecen el diálogo, y han sido escenario
de más de una discusión
enardecida. Los sándwiches bajo grandes campanas de cristal,
los ventanales
sobre la avenida Corrientes y la notoria antipatía de
los mozos también son
marca registrada.
Las Violetas
Dirección: Rivadavia y Medrano
Esta confitería situada en el corazón de Almagro
es el lugar ideal
para el ritual
del té con masitas. Fue fundada originalmente en 1884,
pero el actual edificio,
una soberbia construcción con vidrios curvos, vitrales
franceses y mármoles
italianos, data de 1920. Fue lugar de encuentro de artistas
y escritores, entre
ellos Roberto Arlt. Tras una restauración reciente, se
muestra otra vez en su
esplendor, al igual que su tradicional té.
Los 36 Billares
Dirección: Av. de Mayo 1265
Como su nombre lo indica, este es un tradicional café
de billares que ocupa
orgullosamente su lugar desde 1894. El sitio es enorme: atraviesa
toda la
manzana, desde Avenida de Mayo hasta Tacuarí, e incluye
un subsuelo donde
se refugian los deportistas. Las mesas de billar hoy son 19,
y han
sido complementadas
con algunas de pool y snooker. En la planta baja se realizan
espectáculos
musicales y clases de tango.
12 de Octubre
Dirección: Bulnes 331
Este es un bar despojado, para tomar ginebra, al estilo español.
Lo fundó un
asturiano, y hoy es su hijo, Roberto Pérez, quien está
al frente. Los muebles,
estanterías y la caja registradora son de época.
El mínimo espacio del 12 de
Octubre se colma en la trasnoche de los jueves, viernes y sábados,
cuando
llegan los cantores y guitarristas para desgranar un repertorio
de tangos
tradicionales entre las mesas. Los precios son populares.
especiales
Bares notables.
Fragmento de un reportaje
¿Qué lleva a
tanta gente a pasar el tiempo en cafés en Buenos Aires?
El café es una institución
porteña por excelencia. Es el sitio donde uno se siente
libre, a sus anchas. Es el lugar para soñar con los amigos,
para dar soluciones mágicas a los problemas del país.
Es aquí, mejor que en cualquier otro ámbito, donde
pensamos que las utopías son posibles. Es un lugar convocante
y cálido; ¿cuántas parejas se habrán
conocido en un café? ¿Cuántas se habrán
dado el primer beso en un café?
Como contrapartida,
algunas despedidas y separaciones también se producen
entre sus paredes. Los cafés son como la vida, luz y
sombra, alegría y tristeza, pero siempre con la presencia
cercana de un amigo. Jorge Luis Borges dijo: "Creo que
una de las funciones de la ciudad es dar el diálogo...",
y los cafés son tal vez los que mejor responden a esa
sentencia. El café, podríamos decir, es el templo
de la amistad. De ahí su permanencia y su búsqueda.
¿Qué
hace a los cafés de Buenos Aires patrimonio cultural?
Los cafés
suelen ser verdaderos referentes barriales, forman parte del
uso y costumbres del pueblo porteño, son parte esencial
de su historia cotidiana, son parte ineludible del paisaje urbano,
de la poesía y de la literatura. Muchos escritores necesitan
del café para poder realizar su labor. Con su presencia
y permanencia aportan situaciones entrañables. El edificio
se vuelve contenedor de circunstancias. El patrimonio cultural
tangible e intangible está aquí presente desde
siempre y todos los días.
¿Qué
los diferencia de cafés de otras ciudades del mundo?
En general,
en otras ciudades se va al café a tomar algo, a reunirse
por trabajo, o por una breve cita. El café porteño
es heredero del madrileño y parisino. Se va a tomar un
café, un aperitivo o cualquier trago, pero además,
también se va a leer el diario sin ningún apuro,
o un libro, a estudiar, o a escuchar música en vivo,
y por supuesto, en muchos de ellos a jugar al billar. ¿A
partir de qué características se seleccionaron
bares notables? De acuerdo a lo dispuesto por la Ley 35 del
año 1998 se creó la Comisión de Protección
y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías
Notables de la Ciudad de Buenos Aires. A los efectos de la ley,
para ser notable un café debe contar con alguna de las
siguientes características: antigüedad y permanencia;
arquitectura de interés; que dentro de su ámbito
hayan ocurrido situaciones de valor cultural; concurrencia de
personajes destacados, o que de por sí sea un verdadero
referente barrial o de la zona. Así se seleccionaron
los primeros 39 notables, a los que ahora se han agregado veinte
más. La selección es muy amplia, abarca desde
cafés clásicos y prestigiosos a nivel internacional
como el Tortoni, hasta algunos típicos de barrio como
el 12 de Octubre, lindando con la plaza Almagro, o El Progreso,
en Montes de Oca y California, en el barrio de Barracas.
¿Cuál
es el café más antiguo de la ciudad?
Los cafés
porteños comenzaron su actividad en la época colonial.
En su mayoría se encontraban situados en los alrededores
de la Plaza Mayor, hoy Plaza de Mayo. Entre otros recordamos
al Café de la Comedia, al De los Catalanes y al De Marco,
sitio de reunión de Mariano Moreno, Manuel Belgrano,
Juan José Castelli y Bernardo de Monteagudo en vísperas
de la Revolución de Mayo de 1810. El café más
antiguo de los que hay en actividad es el Tortoni, que fue fundado
en 1858, en la esquina de Esmeralda y Rivadavia. Hacia 1880
se trasladó a Rivadavia 1826, hasta que con la apertura
de la Avenida de Mayo, en 1894, ganó su fachada principal
en el número 825/29.
¿La
función de los cafés en la ciudad cambió
con el tiempo? La ciudad es una célula en permanente
transformación. Debe tenerse un equilibrado sentido de
madurez cívica e intelectual para rescatar aquellos bienes
culturales (edificios, espacios verdes, obras de arte, etc.)
que forman parte de nuestra memoria colectiva y de nuestro patrimonio.
Los cafés no son ajenos a los cambios de los tiempos.
Hace alrededor de 25 años, todos los de la avenida Corrientes
se modernizaron, unificaron su estilo y se llenaron de plantas,
en algunos casos de manera absurda. Así perdieron el
sabor personal que diferenciaba a cada uno de ellos de los otros
(salvo excepciones como La Giralda y El Gato Negro). Actualmente
se está buscando la mayor autenticidad, es decir, se
está intentando volver a las situaciones originales.
La función esencial de los cafés sigue siendo
la misma, con los evidentes cambios surgidos de las actuales
modas y de la tecnología. De todas maneras "sabihondos
y suicidas" que pregona el tango siguen estando, obviamente
sin chambergo y lengue, pero están. ¿Hoy los porteños
pasan en los cafés más o menos tiempo que antes?
Depende del tipo de café, su ubicación y de las
edades de los parroquianos. Los cafés con mesas de billar
están más o menos como siempre (36 Billares, Richmond,
etc). Los cafés de barrio (como el Café de García,
Margot, El Banderín, etc.) tienen sus habitués
cotidianos. Muchos de los del Centro están siempre llenos
o casi (London City, La Giralda, Tortoni, etc.). Lo que sí
evidencia una merma en los tiempos actuales son las tertulias
literarias que se realizaban en numerosos cafés, aunque
siempre hay excepciones que confirman la regla (Bar de Cao,
Margot, Tuñón, etc).
¿Cuál es su café
favorito?
Sería
injusto si mencionara uno solo. Me gusta desayunar temprano
en el Tortoni, rodeado de cuadros e historia; durante la tarde
tomar un café de parado en Le Caravelle de Lavalle casi
Maipú; encontrarme con mi mujer en El Gato Negro, mientras
nos envuelve la fragancia de la canela recién molida;
comer un sándwich en El Progreso, y si su dueña,
la Sra. Licinia, se anima, escucharla cantar alguna bella canción
asturiana. Algún jueves, viernes o sábado a la
noche me gusta compartir con amigos la fastuosa picada del Café
de García, y en cualquier momento hacer una pasada por
La Buena Medida en Suárez y Caboto, frente a la Plaza
Solís donde se fundó al glorioso Boca Juniors;
comer un sándwich de pavita en escabeche en el Margot
mientras conversamos con el poeta Rubén Derlis o el pintor
Juan Manuel Sánchez y como final tomar un café
con leche medialunas en Carlitos, de Carlos Calvo esquina Saavedra.
Cómo
distinguir un bar notable en cinco minutos Uno se sienta a una
mesa, pide algo y a los cinco minutos ya se está en condiciones
de saber si el café es notable o no. Entramos al café.
Se elige la mesa. Nos sentamos. Con una recorrida visual más
o menos rápida tenemos una idea bastante precisa del
espacio arquitectónico y de sus cualidades, incluido
su equipamiento (mobiliario y elementos ornamentales o documentales:
poemas pinturas, fotos o dedicatorias, en muchos casos dejados
por clientes y/o amigos). La atención por parte del mozo
aporta a favor o en contra. La calidad de la consumición
elegida comienza a cerrar el círculo. En unos pocos minutos
más, habiendo prestado atención a los sonidos
y ruidos, y luego de observar el movimiento, las rutinas y la
conducta de los parroquianos, se puede intuir el carácter
personal del café, y estamos en condiciones de dar el
veredicto de notabilidad con muy escaso margen de error.